El primer instinto del ser humano al encontrar algo bello es conservarlo, hacer suyo aquel objeto lleno de hermosura y no dejarlo ir jamás.
Las flores son una de las pertenencias más bellas de la naturaleza, con colores y aromas agradables y llamativos, irresistibles; algunas como defensa desarrollaron espinas y otras, en cambio, a pesar de parecer a primera vista inofensivas, ocultan un oscuro secreto. Detrás de aquellos pétalos suaves, penetrantes aromas y elegantes formas, se esconden armas perjudiciales en forma de venenos, toxinas o alérgenos, agentes que pueden ser letales.
Entre las ramas y el follaje siempre verde de bosques, parques e incluso jardines, oculta a simple vista puede encontrarse el desencadenante de un error fatal, haciendo uso de todo su atractivo y con un hermoso disfraz se levantan flores venenosas de todo tipo, tentando a los descuidados que permanecen completamente ajenos al hecho de que su fragancia pestilente es la muerte.
No hay advertencias hasta que es demasiado tarde, cuando tus ojos se vuelven pesados y se vuelve difícil respirar, parece que ahora antes de llegar a tus pulmones, el aire pasa por un embudo oscuro que te absorbe vitalidad poco a poco, al final el sueño cae como un rocío suave.
Su veneno venció, porque su verdad es una mentira y su belleza, un hechizo para matar almas.