Te perdimos en abril durante las lluvias,
era como si el cielo estuviera afligido.
Te perdimos justo antes de las flores
antes de que los capullos despertaran
durante la mañana fresca.
¿Ves esas parcelas de tierra
donde alguna vez crecieron las rosas?
Las planté cuando tenía dieciocho años,
mi hermana tenía veintidós.
Las de ella florecieron muy bien cada año,
mientras que las mías se volvían marrones
como los venados de invierno.
¿Ves esos arbustos?
Aquellos con ramitas frágiles y sin hojas
eran lilas cuyas brillantes hojas verdes
bailaban en la brisa.
Era mi flor favorita de todas,
la dejé caer víctima de la descomposición
con la mentalidad despiadada de la caída.
¿Ves el árbol que se ha partido por la mitad?
Aquel que en viejos tiempos
impidió que el sol golpeara el camino.
Una tormenta estalló hace 5 años,
y no he tenido la fuerza para cuidarlo.
Aunque está roto, no puedo dejarlo ir.
¿Ves esas flores que aún están intactas?
Las hortensias sobrevivieron
porque hice un pacto.
Prometí cuidar esas flores especiales
ofreciendo hidratación para las hortensias
con lágrimas de mis horas más solitarias.
Hace tiempo era común escuchar
que una mujer jamás se casaría
si en su jardín hortensias crecían.
Mi abuela cortó los arbustos,
los quitó y no volví a verlos.
En los años próximos
tampoco vi ningún anillo.
Ahora sólo veo desde mi ventana
aquellas pequeñas flores azules
al frente de la calle
en la casa de un matrimonio joven.